Hace tiempo que la Oficina de Farmacia, farmacia comunitaria o simplemente Farmacia -cada uno de acuña el término con el que se encuentra más cómodo- está reformulando su aportación a la sociedad, un hecho que va en paralelo con el verdadero valor que las administraciones sanitarias le puede percibir.
Y hablo de valor porque por mucho que se haga referencia a la accesibilidad, el conocimiento, la capilaridad y todos los atributos que intrínsecamente son la carta de presentación de nuestra red de Farmacias y nuestro ejército de farmacéuticos a pie de calle, los que verdaderamente han de percibir este beneficio están claramente influenciados por el tema coste y por los números en clave comercial y no profesional.
El concepto de “margen” es diáfano, cuando es comercial tiene una lectura, cuando es “profesional” ésta es mucho más amplia y se sustenta en múltiples factores que van más allá de la pura transacción.
Y digo esto porque hay un movimiento que claramente apuntan hacia esta dirección:
La salida de los medicamentos DH (Diagnóstico Hospitalario) de la Farmacia
Y ese ejemplo es claro y representativo, “se pasan o quieren pasar muchos de los medicamentos DH al hospital para ahorrarse el margen de la Farmacia” o lo que es lo mismo ” no creemos que el trabajo que se realiza por parte del farmacéutico comunitario sea equivalente al pago que realizamos por su posible aportación”. Volvemos a mezclar el concepto de margen comercial con margen profesional…y se excluyen toda una serie de factores que van directamente relacionados con el propio margen profesional: acceso, adquisición, custodia, soporte de stock, aportación asistencial, detección de PRMs, visualización y control del tratamiento global, y un largo etc de atributos que entre todos conforman el “margen profesional”. Y sin dejarnos los beneficios para el paciente -los cuales también conforman parte de este margen profesional-, normalización del entorno de acceso, dispensación menos espaciada, acceso más rápido a la medicación, aportación asistencial,…
En resumen, estamos en un momento claro de mezcla de conceptos, definiciones y realidades, y cuando el principal pagador empieza a interiorizar – por necesidad e interés propio- que margen profesional se ha de leer como si fuera un margen comercial de pura transacción, entonces tenemos un verdadero problema de identidad de concepto y sobre todo, de expectativa.
Muy interesante y acertada reflexión!
Saludos